El vínculo que existe entre un gato y una persona es algo único e inexplicable. Hay quienes aseguran que la magia habita dentro de estos ágiles seres que han cautivado al hombre desde el origen de los tiempos. Y por supuesto, los escritores no han podido escapar de sus encantos.
Truman Capote se pasaba la vida defendiendo a su gatodel bulldog que tenía en casa y Murakami no puede vivir sin un felino que le haga compañía. Ezra Pound y Bukowski dedicaron poemas a estos animales que han hecho las delicias de novelistas, cuentistas y poetas. Pero hay más, aquí te dejamos una selección de escritores célebres y sus gatitos, donde se intuye el amor y respeto que se profesan.
Mítica fotografía donde vemos al gran Jorge Luis Borges, uno de los autores más destacados de la literatura del siglo XX y a Beppo, un gato blanco que tenía fama de irascible. Beppo era su fiel aunque irascible gato blanco, al que el escritor le escribió poemas.
Ray Bradbury fue un escritor estadounidense, conocido por sus obras de carácter fantástico y ciencia ficción, como su hilarante ‘Crónicas marcianas’ y la novela distópica ‘Fahrenheit 451’. Ray comenta sobre la capacidad creativa y los gatos:
“That’s the great secret of creativity. You treat ideas like cats: you make them follow you.” (Este es el gran secreto de la creatividad. Trata a las ideas como a los gatos: haz que te sigan), aseguraba Ray Bradbury.
El escritor y poeta estadounidense Charles Bukowski escribió sobre los gatos: “Caminan con una dignidad sorprendente, pueden dormir veinte horas al día, sin duda y sin remordimiento: estas criaturas son mis profesoras”.
“En mi siguiente vida, quiero ser un gato”, también afirmó Bukowski. “Para dormir 20 horas diarias y esperar a que me den de comer. Para no hacer nada y lamerme el culo”.
Este autor era un apasionado de los gatos. Él y su mujer Linda Lee llegaron a tener nueve gatos a la vez. En una ocasión dijo: “Tener muchos gatos es bueno. Si te sientes mal, miras a los gatos y te sientes mejor porque ellos saben que todo es tal como es. No hay que ponerse nerviosos por nada. Y lo saben. Son salvadores. Cuantos más gatos tengas, más vivirás. Si tienes cien gatos, vivirás diez veces más que si tienes diez. Algún día, esto se sabrá y la gente tendrá miles de gatos. Es ridículo”.
Otra frase suya dice así: “Creo que el mundo debería estar lleno de gatos y de lluvia, ya está, solo gatos y lluvia, lluvia y gatos, muy bonito, buenas noches”.
Entre sus numerosas obras publicadas póstumamente está “On Cats”, un libro en el cual habla de gatos en general, de sus sentimientos hacia ellos. También es suyo el poema “Mis gatos”, de la colección “Los placeres del condenado”.
“Lo sé, lo sé./son limitados, tienen diferentes/necesidades y/preocupaciones.// pero los observo y aprendo./me gusta lo poco que saben,/y es tanto.// se quejan pero nunca/se preocupan,/andan con sorprendente dignidad./duermen con una sencillez directa que/los humanos no pueden/entender.// sus ojos son más/bonitos que los nuestros/y pueden dormir 20horas/al día/sin/dudas ni/remordimientos.// cuando me siento/mal/me basta con/mirar a mis gatos/y mi/valor/regresa.// estudio a estas/criaturas.// son mis/maestros”.
Este periodista y escritor estadounidense, conocido por “Desayuno en Tiffany’s” y su novela-documento “A sangre fría”, tenía dos gatos y un perro, generalmente solía salir en las fotos abrazado a los felinos, o defendiéndolos de su bulldog.
El escritor argentino Julio Cortázar, uno de los autores más innovadores y originales de su tiempo, nombró a su gato T.W. Adorno, por el filósofo y sociólogo alemán. El escritor menciona a los gatos en varias de sus obras, entre ellas “Rayuela” y “El último Round”.
Novelas que destacan por usar una nueva forma de hacer literatura, rompiendo los moldes clásicos con narraciones que escapan de la linealidad temporal. Su obra sucede en la frontera entre lo real y lo fantástico, puro realismo mágico con toques surrealistas. Es en este paisaje donde aparecen personajes felinos, y en su vida real, en las fotos de su vida cotidiana, los gatos aparecían como si fueran íntimos amigos.
Phillip K. Dick, el prolífico escritor y novelista estadounidense de ciencia ficción, dice de su propio gato:
“Willis, my tomcat, strides silently over the pages of that book, being important as he is, with his long golden twitching tail. Make them understand, he says to me, that animals are really that important right now. He says this, and then eats up all the food we had been warming for our baby. Some cats are far too pushy. The next thing he’ll want to do is write SF novels. I hope he does. None of them will sell.” —Philip K. Dick
(“Willis, mi gato, camina en silencio sobre las páginas de ese libro, siendo importante como es, con su larga cola con motas doradas. Hacerles entender, me dice, que los animales son realmente muy importantes en estos momentos. Dice esto y, a continuación, se come toda la comida que había estado calentando para nuestro bebé. Algunos gatos son demasiado agresivos. La siguiente cosa que querrá hacer es escribir novelas de ciencia ficción. Espero que lo haga. Ninguno de ellos va a vender.”)
El escritor y periodista estadounidense Ernest Hemingway profesaba un cariño muy sincero a los felinos, su amor a los gatos es tan conocido que la periodista estadounidense Carlene Fredericka Brennen decidió escribir el libro “Los gatos de Hemingway”, en el que narra su relación con estos animales.
“A cat has absolute emotional honesty: human beings, for one reason or another, may hide their feelings, but a cat does not.” (Un gato es absolutamente honesto emocionalmente: los seres humanos, por una razón u otra, pueden ocultar sus sentimientos, pero un gato no lo hace.) —Ernest Hemingway
En su casa de Key West, Ernest Hemingway tenía casi 50 gatos con seis dedos, descendientes de un curioso gato de seis dedos que un capitán de marina regaló al autor de Adiós a las armas.
El Nobel de literatura (1946), y pintor alemán Hermann Hesse siempre sintió una llamativa adoración por los gatos, era feliz cuando cargaba a su gato. Cuentan que se llamaba Lowe. Era muy inquieto, así que el escritor pasaba sus ratos libres persiguiéndolo por su casa.
Lord Byron tuvo cinco gatos que llegaron a viajar con él, entre ellos destaco a Beppo, cuyo nombre fue recogido por Borges para bautizar al suyo, originalmente llamado Pepo. Charlotte & Emily Brontë tuvieron un gato llamado Tiger que jugaba con el pie de Emily mientras ella escribía “Wuthering Heigts”.
Cuentan que el gato de Jean-Paul Sartre se llamaba Nada, un nombre que se ajustaba muy bien al existencialismo de su dueño. Mark Twain comentó sobre estos felinos que si se cruzaban gatos con personas, sin duda mejoraría la especie humana, pero empeoraría a los gatos.