Roberto Fontanarrosa: “Escenas de la vida deportiva”
—Andá cambiándote, Tito —pidió Rogelio, que estaba sentado en el suelo poniéndose las medias. Tito se quedó mirando hacia la cancha, fruncida la nariz. —¿Nadie vino a reservar la cancha? —preguntó. Jorge había atado el extremo de una venda al paragolpes del auto, se había alejado un par de metros y ahora la enrollaba prolijamente. No contestó. —¿El boludo del Ruso no vino a reservar la cancha? —insistió Tito, el bolso al hombro. —Cambiáte, Tito…
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