La agridulce visita de Camus a la Argentina Posted in: Escritores
Albert Camus descubrió Buenos Aires en 1949, pero a diferencia de Antoine de Saint-Exupéry, que terminó enamorado de la capital argentina, vio una ciudad enorme con una “fealdad rara”.
Mucho se ha escrito sobre sus novelas -que incluyen obras maestras como El Extranjero y La Peste-, también se ha hablado de su enfermedad y de sus encantos, pero pocos saben que uno de los escritores más prominentes del siglo XX visitó Sudamérica, y que la región le dejó un sabor agridulce.
En esa época, Latinoamérica todavía era sinónimo de exotismo en Francia, pero esa imagen ya estaba cambiando gracias a que cada vez más intelectuales europeos visitaban este rincón del mundo y publicaban escritos que se ubicaban en la región, como lo había hecho Saint-Exupéry con su novela Vuelo Nocturno.
El extraordinario recorrido que Camus realizó por Sudamérica fue documentado en la obra autobiográfica post mortem Diarios de Viajes, un relato dividido en dos partes en el que también cuenta sus aventuras por Norteamérica en 1946.
Con tan solo 35 años, Camus ya era considerado como uno de los mayores representantes de la cultura francesa, su visita formaba parte de un programa para afianzar los lazos de Francia con Argentina, Brasil, Chile y Uruguay; una oportunidad que el escritor aprovecharía para visitar a unos pocos amigos que tenía en el Sur del continente americano, entre los que se encontraba la escritora argentina Victoria Ocampo, quien era además la traductora de algunas de sus obras al español.
Su tour por tierras sudamericanas duró dos meses y comenzó con una larga travesía marítima de 15 días que lo llevó de Marsella, en el sur de Francia, a Rio de Janeiro.
Bastante enfermo y sospechando el regreso de la tuberculosis, el novelista franco-argelino visitó otras ciudades brasileñas como Bahía, Porto Alegre, Recife, Sao Paulo, además de las tres capitales del llamado Cono Sur: Montevideo, Santiago de Chile y Buenos Aires.
Fue en esta última donde el también periodista sufrió más desilusiones y desencuentros.
Un gran malentendido
Justo antes de su llegada, el gobierno de Juan Domingo Perón había prohibido su pieza teatral El Malentendido por “atea”, una obra que ya se disfrutaba en varios escenarios en todo el mundo, desde Paris hasta Santiago de Chile.
“El peronismo no tenía inquietudes intelectuales, al contrario, su populismo los llevaba a tener en cuenta necesidades más del día a día. Por eso decían ‘alpargatas sí, libros no‘, entre otras frases”, relata Inés de Cassagne, directora fundadora de la Sociedad Latinoamericana de Estudios Camusianos.
“Los peronistas tenían algunos prejuicios con respecto a autores como Camus, no entendían el sentido de la obra. Ni siquiera la leían, pero la consideraron subversiva. Todo fue un gran malentendido”, le dice a BBC Mundo la filósofa argentina.
A pedido de la embajada francesa en Buenos Aires, Camus tenía previsto dar una conferencia en la ciudad a nombre de la libertad de expresión, pero la canceló después de que el gobierno peronista le pidiera examinar el discurso. Para él, la libertad de expresión no tenía precio.
De esa experiencia vendría su desamor por Argentina y un par de días después de su llegada abandonaría la capital antes de lo previsto.
Una “fealdad rara”
Pero no todo fue desencanto en Buenos Aires. Allí el escritor afianzó su amistad con Victoria Ocampo, una estrecha relación que conservaría hasta sus últimos días.
Se habían conocido en Nueva York unos tres años antes y desde aquel momento nunca dejaron de escribirse.
De hecho, durante su estadía en la capital argentina, Camus residió en la renombrada Villa Ocampo, que se había convertido en uno foco cultural e intelectual visitado por grandes personalidades.
La Villa Ocampo fue declarada monumento histórico argentino en 1997 y desde la muerte de Victoria en 1979 ha sido administrada por la Unesco.
En sus escritos, Camus describe a Buenos Aires como una ciudad con “un montón de casas” y con una “fealdad rara”.
Su apreciación de la metrópolis argentina contrasta con la que tuvo de la vecina Montevideo, que lo cautivó.
Su amor por lo hispano
“Ligera, uniforme, Montevideo está rodeada por una cadena de playas y un boulevard marítimo que me parecen bellos”, escribió Camus sobre la capital uruguaya.
“A diferencia de Buenos Aires, Montevideo es una ciudad mediana con playas. Habiendo nacido en Argelia, cerca del Mediterráneo, eso es algo que Camus apreciaba”, explica Inés de Cassagne.
“Creo que también fue un alivio para él llegar a Uruguay después de Brasil, por el idioma”, prosigue.
Camus nació en la Argelia colonial en 1913 y aunque sus padres eran colonos franceses y en su casa siempre se habló francés, la familia de su madre, Catherine Hélène Sintès, tenía raíces en Menorca. Por esa razón, el novelista se sintió siempre muy cercano a la cultura hispana y a la lengua de sus ancestros: el español.
De hecho, el primer viaje que Camus realizó fuera de su tierra natal, fue precisamente a las Baleares y en varias escritos deja en evidencia su amor por España.
“Por sangre, España es mi segunda patria“, llegó a decir el premio nobel franco-argelino.
Pero además de su amor por todo lo relacionado con España, muchos expertos franceses han hablado de lo que han descrito como las “latinités” de Camus: un profundo interés por toda la civilización de origen latino, especialmente Italia y América del Sur.
Chile, un país “admirable”
En Chile, el autor de la Peste tuvo una acogida completamente distinta que en la vecina Argentina. Fue la última nación que visitó en su recorrido por Sudamérica, pero es quizá la que más elogios se llevó.
Camus calificó al país austral de “admirable” y en una de sus cartas dijo que es el único que “ha removido algo” en él desde el inicio de su viaje.
“El Pacífico y sus grandes olas. Santiago apretada entre sus aguas y los Andes, con colores intensos (las caléndulas son de un color similar al minio, los ciruelos y los almendros en flor destacan sobre el fondo blanco de los picos nevados”, fueron algunas de las palabras que Camus tuvo para Chile en Diarios de Viajes.
“El paisaje chileno le pareció maravilloso. La localización de Santiago entre la cordillera y el mar impresiona a muchos y él no fue la excepción”, comenta la filósofa argentina Inés de Cassagne.
“También, en comparación con Buenos Aires, Santiago tiene una superficie más moderada. Buenos Aires simplemente tiene una desmesura que con Camus no va”.
En la capital chilena, el escritor dio conferencias, se reunió con intelectuales y se hospedó en el desaparecido hotel Crillón.
Su primera impresión de Sudamérica
Camus llegó a Santiago un día antes de que comenzaran las protestas en la capital que más tarde se les daría el nombre de “la revolución del chaucha“, luego de que el gobierno de Gabriel González Videla anunciara un aumento de los precios del transporte público.
Quizá por ello o por su deteriorado estado de salud, el ganador del premio Nobel escribiría en sus diarios que Chile es un país en el que podría vivir, pero “en otras circunstancias”.
En su recorrido por tierras sureñas, la ciudad en la que Camus pasó más tiempo fue en la entonces capital de Brasil, Rio de Janeiro, que también fue la que le ofreció su primera impresión de Sudamérica.
“Todavía es de noche, pero la costa está cerca: (veo) las cimas negras y redondeadas de las montañas, armoniosas, muy irregulares, pero los pedazos en los picos son redondos. Son las características de una de las tierras mas antiguas del mundo”, relata.
Jean Andreu, del Instituto Pluridisciplinario de Estudios de América Latina de la Universidad Jean Jaures de Toulouse, asegura en su publicación “Un rendez-vous manqué” (Una cita perdida) -que recoge algunas de las impresiones de la estadía de Camus por Sudamérica- que la intensidad de las luces y los colores fueron dos de los elementos que más impactaron al escritor cuando pisó Brasil.
“Además de la opulencia de la vegetación (…) y también el espectáculo urbano de los enormes inmuebles modernos o los viejos edificios coloniales”, dice.
“Un inmenso y desafortunado Cristo luminoso”
Y por supuesto, Camus también le dedica un par de líneas en Diarios de Viajes a uno de los íconos sudamericanos más reconocidos en todo el mundo.
“El Pan de Azúcar con sus cuatro luces en su punto más alto (…) parece aplastar la ciudad (con) un inmenso y desafortunado Cristo luminoso”.
El diario del viaje de Camus por el continente americano fue publicado por primera vez en 1978, casi dos décadas después de su muerte. El relato consiste en anotaciones sin ninguna modificación ni edición, por lo que contiene repeticiones y negligencias ortográficas, según explica Andreu en su artículo académico.
Una de sus últimas grandes giras
Aunque tanto Recife con sus “admirables iglesias coloniales” y Bahía con su arena tan blanca “como la nieve” también recibieron elogios, el escritor fue menos entusiasta describiendo otras dos ciudades brasileñas que visitó.
São Paulo le pareció “extraña” y Porto Alegre simplemente “fea”.
“A pesar de sus cinco ríos. Estos islotes de civilización a menudo son horribles”, dijo sobre la capital del estado de Río Grande del Sur.
Sobre Brasil, Camus también habla del contraste entre las favelas y los “lujosos palacios” ubicados a pocos metros.
Algunos expertos le atribuyen a la tuberculosis el mal genio de Camus durante una parte de su viaje.
A su regreso a Francia, el autor estuvo durante meses en un delicado estado de salud, por lo que renunció a giras de esta magnitud en el extranjero, haciendo solo un par de excepciones en Europa.
Pero, en sus escritos parece haberse llevado una experiencia inolvidable en el continente.
Se llevó sentimientos encontrados, pero dejó un diario que, 71 años después, sigue sirviendo como inspiración para muchos eventos culturales, y cuyas anécdotas todavía causan intriga y fascinación en todo el mundo.