Cuidados básicos para tus libros Posted in: Recomendaciones

Amamos nuestros libros y nos enorgullecemos de darles un lugar privilegiado en nuestra biblioteca. Nada como comprar un libro que hace mucho tiempo queríamos leer, pasear por las hojas con nuestros dedos y disfrutarlo como si fuese el último. Incluso, muchos de nosotros ni siquiera prestamos nuestros libros para que no regresen (si lo hacen) maltratados o con marcas que no son las nuestras.

Pero, y esta es la cuestión de la que nos ocuparemos hoy. ¿sabemos cuidarlos con el paso del tiempo? La pregunta es importante ya que aún cuando mantengamos nuestra casa súper limpia, muchos son los factores que pueden perjudicar la calidad de nuestros libros. Tanto los elementos ambientales como una mala preservación pueden deteriorarlos o, en el peor de los casos, acabar con ellos.

El cuidado oportuno de nuestra biblioteca hará que los libros se mantengan en perfecto estado y nos duren toda una vida. Aquí te damos unos tips para que tengas en cuenta.

 

El polvillo

Al estar colocados en un mismo sitio durante largo tiempo, las partículas de polvo se adhieren a cubiertas y hojas sin que apenas nos demos cuenta. El polvo lleva consigo partículas que pueden oxidar el libro y, en ocasiones, incluso huevos de insectos. Por ello, es aconsejable que limpiemos regularmente el canto superior de los libros con un plumero o una brocha de cerdas suaves. Muchos incluso tienen un cepillito especial para esta tarea, dedicando una buena cuota de tiempo en pasarlo por todos los cantos del libro hasta quitar todo el polvillo.

Para realizar una limpieza más profunda tendremos que sacar los libros de sus estantes. El mueble debemos limpiarlo primero con un paño húmedo para retirar el polvo y, después, secarlo con papel o una valerina seca. Antes de volver a colocar los libros debemos asegurarnos de que el estante está bien seco ya que te otro modo pueden surgir hongos con el tiempo.

En cuanto a los cantos y tapas del libro, podemos utilizar el plumero, un paño seco o un pequeño aspirador. Para limpiarlo debemos mantener el libro bien apretado para que el polvo que retiramos no se introduzca entre las páginas. Si hay polvo adherido a los bordes de las páginas podemos utilizar una goma de borrar bien limpia.

 

La temperatura, la luz y la humedad

Además del temible fuego, los otros tres grandes enemigos de un libro son la temperatura de la habitación, la luz y la humedad. La biblioteca debe ubicarse en un lugar con luz tenue, seco y ventilado, evitando fuentes de calor como radiadores, chimeneas o calefactores eléctricos, que pueden ajar el papel y resecar la cola de la encuadernación. El flujo de aire es imprescindible si queremos evitar el típico olor a libro viejo que provocan la lignina del papel y la tinta.

La luz del sol nunca debe incidir sobre los volúmenes, pues el papel se degradará rápidamente, además de perder el color de las tapas. La luz fluorescente tampoco es aconsejable.

La humedad es uno de los elementos más destructivos con los que un libro puede toparse. Tenemos que evitar habitaciones húmedas, lugares cercanos a una ventana, a cañerías o tuberías que puedan sufrir pérdidas. La humedad ambiental provoca movimientos de contracción y dilatación que desbaratan y deterioran poco a poco los materiales del libro. Además, sumada a una temperatura alta, invita a la proliferación de hongos.

Es aconsejable que las estanterías cuenten con un fondo de madera que aísle los ejemplares de la pared. En el caso de librerías al aire, tenemos que intentar que los libros no toquen el muro. Si nos encontramos un libro con trazas de humedad o moho entre sus páginas, debemos separarlo del resto para que no se contaminen también. Debemos colocarlo eventualmente en otro lugar aireado y con luz moderada. Para limpiar las hojas con manchas de humedad se recomienda espolvorearle talco por encima y mantener el libro apartado durante varios días con algo pesado encima. Pasado el tiempo, retiraremos el talco con un cepillo suave página a página.

También vienen para combatir la humedad unos pequeños aparatos llamados deshumificadores. Su precio es variado, según el tamaño del cuarto y la función que tendrán.

 

La colocación

Otra cosa que tenemos que tener en cuenta a la hora de preservar nuestros libros es su disposición en los estantes. Los ejemplares deben colocarse sobre un anaquel plano, horizontal y de manera vertical. De lo contrario, se deformarán, dañando la encuadernación.

Otro consejo a tener en cuenta es no colocar los libros todos apretados en los estantes, dejar entre ellos un pequeño espacio de modo que cuando querramos sacar uno de los estantes, podamos tomarlo cómodamente desde el centro del lomo en lugar de tironear de su parte superior y finalmente terminar maltratando nuestro libro.

Ubicar el libro de forma cómoda dentro de la estantería. Es decir, que no esté ni muy apretado ni muy suelto. A diferencia de lo que nos dicta la costumbre, los libros conviene agruparlos por tamaño y no por orden alfabético, género literario, tema o autor. Los volúmenes muy pesados debiesen ir horizontales y no verticales.

También se recomiendan estanterías abiertas en vez de cerradas. Estas pueden cuidar la exposición al polvo o resultar más bonitas a la vista por su diseño, pero también son perjudiciales por la acumulación de humedad. En cuanto a los materiales, es preferible la madera al vidrio, pues este no permite que el aire se renueve y puede afectar al papel.

Por último, debemos cuidar la presencia de insectos como termitas, cucarachas u otros animales como ratones, que puedan comerse las páginas o utilizarlas para dejar sus huevos.

 

Otros cuidados

1. No forzar el libro al abrirlo o apoyarlo con las páginas abiertas en un ángulo de 180º, puesto que la encuadernación sufre y se deforma y podrían despegarse las páginas o las tapas.

2. No doblar las esquinas de las páginas para señalar un punto de lectura. Si ya lo hemos hecho o nos encontramos un ejemplar así, podemos humedecer levemente el papel y dejar el libro prensado con peso encima durante varios días hasta que recupere la forma.

3. No usar cinta adhesiva para pegar hojas o la cubierta, ya que el ácido del pegamento puede decolorar el papel y, a la larga, arruinarlo.

4. No humedecer los dedos con saliva para pasar las páginas y asegurarnos de tener las manos limpias antes de manipular el libro. Aunque cueste, no se recomienda comer o beber mientras leemos, ya que podemos hacer estragos en las páginas.

5. Ya sabemos que con este consejo atentamos contra cualquier tipo de gesto romántico, pero se recomienda no guardar flores u hojas de plantas y árboles entre las páginas, ya que éstas al descomponerse, mancharán el papel y lo degradarán.

6. No toser, estornudar, ni usar insecticidas o perfumes sobre un libro.

7. No subrayar ni escribir con bolígrafo o rotuladores. (Este quizás sea el consejo más difícil de seguir, pero no por ello dejamos de recordarlo)

8. Muchos usamos nuestras bibliotecas como estanterías de adornos y memorabilia. Sin embargo, es importante que los objetos que rodeen a los libros sean amigables con su preservación. Plantas, por ejemplo ¡prohibidas! Encendedores, chisperos, velas o cualquier objeto que pueda generar un incendio, mejor mantenerlo alejado.